La inmigración no es un acontecimiento nuevo. A lo largo de la historia de la Humanidad, las poblaciones se han desplazado en busca de un futuro mejor, pero su aumento exponencial y las repetidas imágenes de desesperación que publican los medios de comunicación y redes sociales provocan un problema de alarma social.
Los efectos del cambio climático, el crecimiento natural de la población y las dificultades económicas aumenta la huida de la gente de sus países.
Son muchos las personas que han sufrido desplazamiento forzado, considerando que la esencia de este tipo de desplazamiento es que se da de forma involuntaria. La violencia es uno de los principales detonantes para que los habitantes de estos países decidan dejar su tierra para buscar mejores condiciones de vida.
Es normal que la gente que su país está en guerra, no tienen trabajo y no tienen para comer, se vayan a otro país para mejorar su vida. El problema está cuando los países desarrollados no quieren inmigración, ya sea por el paro o por el racismo.
Muchos inmigrantes entran en otros países de forma ilegal, con lo que no tienen documentación que les permita trabajar legalmente. Esto hace que trabajen sin contrato y evidentemente sin pagar impuestos. También lleva a que se conformen con sueldos mucho más bajos.
Si se ayudara a los países subdesarrollados o que están en guerra seguramente sus habitantes no arriesgarían sus vidas ni dejarían a sus familias, pero está claro que no interesa.