Fue mi primera experiencia fuera de España y la verdad, me hubiese quedado más tiempo allí. Ha sido una aventura genial desde todos los aspectos.
Visité lugares preciosos, aprendí a convivir con nuevos compañeros y abrí mi visión al mundo, ese que no conocía.
Los compañeros y sus familias eran muy simpáticos, cariñosos y amables, aunque ni punto de comparación con España, allí son muy silenciosos y no son muy risueños, o por lo menos en público. No me di cuenta de lo mucho que chillamos hasta que fui allí, no sé si aguantaría toda mi vida en un sitio tan silencioso.
La comida no me desagradó pero tampoco me llamó mucho la atención, sinceramente, me gusta más la de España. Nos enseñaron a hacer «pierogi» comida típica de allí, nosotros tenemos la paella, quizás deberíamos haberles enseñado a cocinarla cuando vinieron.
La ciudad me parece muy bonita, hay mucho verde y está muy limpia. Lo que sí que me impactó mucho fue la manera de conducir, para mi criterio conducían muy mal, ya tanto en los coches como en los autobuses.
La familia que me acogió era un amor, yo conviví con su madre y con su hermana, ellas estaban muy unidas, se preocupaban muchísimo por mí, estaban todo el día dándome alimentos, aunque yo llevaba las horas de comida descontroladas, y cuando tocaba comer no tenía hambre. Salí muy contenta de esta experiencia y espero tener así muchas más.
Carla Ruíz