El chaval estaba sentado en el banco sujetando su videoconsola, exactamente una nintendo 3ds de color azul metalizado, aún con el follón de los niños jugando en el parque su mirada no se despegaba de la consola como si los estuviera controlando, parecía hipnotizado si no fuera porque de vez en cuando se le escapaba alguna risa o se ponía un poco tenso.
Me hubiera encantado saber a qué estaba jugando, si a un RPG o a un juego de acción o incluso un juego de abogados, pero sobre todo si merecía la pena jugarlo, si sería una de esas obras de arte en el que la historia te sorprende cada rato y te entran ganas de continuar solo para saber qué pasará y con controles muy intuitivos y cómodos o si sería otro más del montón, por así decirlo, un diamante en bruto el cual tiene una historia a la cual le falta un poco de innovación o chispa y mecánicas innovadoras.
El chaval se veía tan emocionado que me entraron ganas de volver a jugarme los juegos de mi infancia los cuales me transmitían las mismas emociones que a ese chaval, sin dudarlo un solo instante me levanté del banco y me fui a mi casa a jugar a mis antiguos juegos.
Adrián S. 3ºESO