A partir del 1 de enero, para poder jubilarse será necesario haber cumplido los 65 años y seis meses.
En efecto, empiezan lentamente pero de forma patente a materializarse las consecuencias de las medidas tomadas por el gobierno de Zapatero para minorar el impacto de la crisis económica en las cuentas del Estado. Y si, los trabajadores que estén cerca de la jubilación este año tendrán que trabajar seis meses más de lo que le hubiese tocado hacer a sus padres, y así irá progresando hasta que en 2027 los que se jubilen no lo podrán hacer antes de los 67 años.
Estas medidas parecen más propias de otras culturas y momentos históricos, donde la búsqueda de la inmortalidad y de la longevidad basados en los mitos como el “Elixir de la vida” buscado por los alquimistas en el Renacimiento o la “fuente de la vida”, hebrea, griega o romana, era un hecho aceptado. Pero ahora no ,ya no creemos en estos mitos y sabemos que con 67 años aunque “viejóvenes” la artrosis, la tensión o el colesterol nos pasarán factura.
Además, el actual gobierno de Rajoy, aplicando una subida de las pensiones en un 0,25%, que es el mínimo legal establecido en la fórmula de revalorización introducida en la última reforma de pensiones, parece que a nuestros pensionistas les ha parecido más una burla que una recompensa y así los tenemos, por primera vez en nuestra historia, la calle está siendo tomada por una masa de revolucionarios tan preocupados por su pensión como por sus niveles de Sintrón.
A este cócktel no le faltan ingredientes, podemos aderezarlo aún más. Una breve mirada a nuestra Pirámide de población no nos puede ahorrar la visión de esa estampida de » Ñus» pertenecientes a la gran manada «Baby Boom», que cual masa pisoteando a Simba, el Rey León, se acercan al galope desbocado hacia el abrevadero del sistema público de pensiones. Sí, en efecto los datos no engañan y nuestra llamada pirámide de población en lugar de la clásica forma triangular, ahora adopta una forma de flecha y como cual saeta amenaza con herir de gravedad la fina piel de nuestro cerdito de barro que guarda las cotizaciones acumuladas durante toda nuestra vida laboral.
Visto así parece que seamos víctimas de una desgracia repentina que cual galerna se cierne sobre nuestras vidas, pero no es así. Con los datos presentes, ya podemos saber que en 2050 el 50% de la población no estará en edad de trabajar. ¿Significa que hace 25 años nuestros responsables políticos no tenían acceso a esta información demográfica? Claro que lo sabían, pero en los últimos 40 años han estado más pendientes de tomar medidas que les ayudaran a ganar las próximas elecciones (en los últimos 40 años hemos tenido en España más de 90 procesos electorales), que a tomar medidas de futuro sin resultados inmediatos.
¿Si ahora tenemos a todos nuestros “yayo-flautas” en pie de guerra, qué pasará en 20 años cuando el problema sea mucho mayor?
Siempre aparece alguien que tiene una solución fácil, casi milagrosa y que nadie había visto antes. No debería ser el tiempo de los vendedores de crecepelo, indispensable en toda buena “spaghetti-western” del desierto de Tabernas.
Los números son lo que son y pintan mal, serán necesarios esfuerzos y pagaremos por nuestra falta de anticipación.
Por favor tomen medidas para las próximas generaciones, no para las próximas elecciones.
Juan Carlos Alguacil
Economía 4º ESO.